Girl, You're Not Invisible
Girl you're not invisible
por Johanna Doval
Copyright 2014 Johanna Doval
Para Gerard la vida no tenía sentido, no desde la muerte de ella, el amor de su vida, Lisa había fallecido en un accidente de tránsito hace algunos días. Gee aún podía cerrar los ojos y recordar la noche en que le llamaron a su casa para informarle que ella había muerto, recordaba no poder creerlo y llorar toda la maldita noche.
Ella se fue junto con su amor, su esperanza y un bello anillo de compromiso, con el cual ambos pensaban unir sus vidas para siempre…pero eso no fue posible, y ahora Gerard revisaba lo único que le quedaba en su recuerdo, un montón de fotos de ellos juntos que reflejaban la felicidad y el amor que se vio interrumpido de manera brusca apartándola de su lado para siempre.
Pero quizás, esto no se quede así…y pronto Gee descubra que hay alguien que sigue dando vueltas a su alrededor, que sigue amándolo escondida en las sombras y que no puede alejarse porque su amor la mantiene atada a él…
-¿Gee? - aquella voz hizo que Gerard quitara su atención, un momento, de las fotos que veía sentado en el piso de su habitación. Levanto la mirada hasta la puerta donde su madre lo miraba con preocupación. - ¿Estas bien, hijo?
- No - murmuro por lo bajo - nunca lo estaré.
... Donna, su madre, entro en la habitación y se sentó en la orilla de su cama mientras el permanecía sentado en el suelo apoyando la espalda contra la pared. Ella miro el desorden que había armado, habían cientos y cientos de fotos de él con su novia regadas por todos lados.
- Mi amor…se que duele - le dijo en un tono comprensivo - pero no puedes seguir de esta manera por el resto de tu vida…Lisa no lo hubiera querido así
- Tú no me entiendes mamá - contesto fríamente - yo la amaba, era el amor de mi vida…no entiendo porque dios me la quito
Los ojos de Gerard reflejaron el dolor que venía sintiendo hace algunos días, y Donna se desesperó ante el estado anímico de su hijo. Pero él tenía razón…nadie parecía estar comprendiendo su dolor, quería creer que estaba soñando y abrir los ojos de la pesadilla horrenda que estaba viviendo, tenía ganas de despertar finalmente y encontrar a Lisa aún viva…y poder besarla una vez más, ver sus perfectos ojos marrones de cerca, observar la hermosa sonrisa que siempre le alegraba la vida a Gee y sobre todo quería escuchar su dulce voz una vez más…
- Ella siempre estará contigo - intento animarlo Donna una vez más - siempre y cuando la recuerdas y la mantengas viva en tu corazón…
- Mamá - la detuvo él - solo déjame solo…quiero estar solo - intento ahogar las ganas que tenia de llorar, había estado llorando todos estos días desde el funeral y cada día que pasaba se le hacía más difícil evitarlo.
- ¿Estás seguro?... ¿por qué no sales a tomar aire? - sugirió preocupada
- ¡Mamá! - levanto la voz - déjame solo…
Donna se asustó ante su reacción, él no quiso tratarla así, pero los nervios y todo el dolor acumulado poco a poco lo estaba descontrolando…
Su madre no intento nada más y se retiró en silencio de la habitación cerrando la puerta a sus espaldas.
Cuando finalmente estuvo solo, tuvo el valor de llorar…se sentía como un niño pequeño con tristeza, nada podía consolarlo ahora salvo el abrazo de la persona que él amaba y que ya no vería nunca más. Observo a su alrededor entre todas las fotos esparcidas por el piso y tomó una entre sus manos…Lisa se veía hermosa en ella como siempre, era una foto de ella sentada en un columpio tan sonriente como siempre lo era.
- Te amo mi ángel… - murmuro hablándole a la imagen de su novia y al instante la besó. Luego se separó de la foto y algo extraño le heló la sangre…una pequeña y suave ráfaga de aire le cruzo por la nuca haciendo que él se quedara inmóvil, y cuando la pequeña brisa se fue miro a su alrededor para comprobar que todo estaba normal.
Gerard volvió a dejar la foto en el piso y luego su mirada se posó en el calendario que estaba colgado en la pared. Ya habían pasado nueve días desde la muerte de ella, nueve malditos días desde el momento en que su vida se convirtió en una porquería…aún no podía creerlo, fue tan rápida y tan brusca su partida, que en el momento en que se lo dijeron no podía asimilar la idea ni las palabras…
Flashback…
La televisión de la sala transmitía un partido de basketball, toda la familia de Gerard ya se había ido a dormir y él por alguna extraña razón no podía dormir. Su novia había estado con él hace solo unas horas cuando vino a cenar a su casa con su familia, pero cuando llego la hora de irse, ella se negó a que Gee la acompañara hasta su casa y prefirió ir sola en su auto, se había despedido con un tierno y cálido beso como siempre lo hacía y luego de ofrecerle una alegre sonrisa desapareció por la calle…
Gee sentía algo extraño en el pecho, lo cual era la razón para no dormirse aún…y cuando su celular sonó y vio que era el número de la madre de Lisie (tal como la llamaban sus padres) se asustó, porque ella nunca lo había llamado…
- ¿Hola? - pregunto Gerard inseguro-.
- ¿Gerard? - reconoció la voz de Grace por el otro lado de la línea, y estaba llorando
- Si…¿por qué está llorando?...¿está todo bien? - apretó el celular con fuerza mientras sentía que el pecho se le contraía a medida que Grace, la madre de Lisie le contaba la dolorosa verdad - no…no, por favor…dígame que es mentira, ¡tiene que ser una mentira! - dijo el desesperado mientras su vista se nublaba con lágrimas.
No recordaba todas las palabras con exactitud, pero la idea era la misma “Lisa estaba muerta”. Así de simple, así de doloroso, una verdad que acababa de destruir su mundo para siempre…ya nada tenía sentido ahora sin ella, sin su ángel…sin su amada…
Cuando la noche cayó sobre la ciudad, Gerard prefirió quedarse en su cuarto. Ya habían pasado días desde que había perdido el apetito. Donna estaba temiendo que su hijo estuviera cayendo de a poco en un estado de depresión, y era la verdad, Gerard no quería saber nada de su vida. Se la pasaba la mayor parte del día encerrado en su propio mundo, revisando el pasado en cartas y más f...fotos viejas que ahora al parecer era lo único que le quedaba de Lisa.
Gerard se había quedado con la fría idea de que su vida ahora era una porquería y sinceramente no le estaba viendo el sentido a seguir viviendo. Debía admitir que más de una noche al irse a dormir, la idea de quitarse la vida le venía a la mente al cerrar los ojos, y poder jurar ver a Lisie en su mente. Pero no se creía capaz de hacerlo, y pensar en eso lo hacía sentir como un verdadero cobarde…
Pasó dos días más de esa manera, cuando una noche como las demás, encerrado en su cuarto con las habituales fotos de su novia esparcidas por el piso comenzó a sentir otra sensación. Algo que lo hacía sentir extraño, decidió no hacerle caso a sus bipolares sensaciones, pero tuvo que admitir que al igual que el otro día, sintió que la sangre se le helaba cuando una brisa de aire helado volvió a recorrer su nuca fugazmente.
Esta vez lo sintió más claro que la última, y no tuvo ganas de calmarse. Se levantó rápidamente del piso y observo la puerta, que estaba abierta.
No había nadie en casa, su madre, su padre y sus hermanos habían salido, él estuvo a punto de unírseles, pero no tenía el ánimo para hacerlo.
Y si la casa estaba sola, se preguntó ¿de dónde había salido esa brisa?, tuvo miedo, estaba solo en casa, y observaba fotografías de su difunta novia con las luces apagadas, utilizando solo la brillante luminosidad que la luna traía desde fuera.
Joe se quedó parado en medio de habitación, quería moverse pero sentía que no podía. Algo le decía que lo mejor era encender la luz, pero era como si sus pies estuvieran pegados al piso, no podía acercarse al interruptor de la pared. Dudo el hecho de que alguna vez hubiera
estado tan asustado, y lo peor es que no sabía de qué…
Respiro profundamente, pero no se movió, simplemente su cuerpo no se lo permitía, y de alguna manera sintió esa extraña sensación cuando sabes que alguien te está observando.
Pero Gerard sin duda sintió lo que era el miedo cuando después de una misteriosa y suave brisa de aire, la puerta de su habitación se cerró de golpe.
Al instante se sintió algo más extraño y el aire se volvió denso, casi pesado y tuvo el valor de concluir que no era el único en la habitación.
Sintió el corazón aporrearle rápido contra el pecho. A un ritmo frenético.
Se sentía demasiado nervioso como para pensar en una explicación lógica para lo que acababa de ocurrir. Bajó la mirada sin pensarlo y observo que muchas de las fotografías de Lisa, que se encontraban regadas a sus pies, habían cambiado de lugar, tal y como si una brisa de aire las hubiera arrastrado.
Gerard se desesperó, y deseo que aquello fuera un sueño, deseo abrir los ojos y estar soñando, porque nunca había sentido miedo a las cosas paranormales hasta ese momento. Ahora sentía pánico, quería encender la luz, pero tal y como antes le había pasado, sus piernas le fallaron y no se movieron.
Ahogo un grito cuando lo siguiente que vio fue una rápida sombra cruzarse por la pared.
Gerard no traía un termómetro, pero podía sentir que la temperatura de la habitación subía y bajaba incontrolablemente, y cuando pensó que no podía sentir más miedo. La misma sombra volvió a aparecer, pero se detuvo en un lugar y no se movió. Él guardo silencio, y solo opto por ponerse a rezar, cerró los ojos y repitió varias veces las mismas oraciones, esperando que todo acabase…
- ¿Gee? - susurro una voz débil, el corazón de él se detuvo y abrió los ojos lentamente.
Lo siguiente que vio, parecía un completo e irreal sueño. La sombra frente a él, había adoptado la forma de una chica, de tez pálida y cabello castaño, la observo impresionado unos segundos. La chica traía un hermoso y simple vestido blanco que llegaba al borde de sus rodillas. Gerard observo bien su rostro…
- Dios santo - murmuro al mirarla
Efectivamente era Lisie, pero…no, eso no podía estar sucediendo. Era obvio el hecho de que estaba dormido. Se limitó a verla y deseo de una vez por todas despertar.
Ella estaba seria, y había un ligero toque de tristeza en sus ojos, lo que a Gerard le dio un vuelco en el pecho…
- ¿Me ves? - pregunto ella con su voz débil
- Si - Gerard se convenció de creer que estaba soñando, así que se limitó a contestar esperando despertar pronto
- ¿En serio? - pregunto ella mientras una lagrima corría por su blanca mejilla
- Si, te veo - respondió murmurando -¿Cuándo voy a despertar?
- ¿Qué?, amor…no estas soñando créeme - volvió a hablar en voz baja
A Gerard se le helo la piel al oír eso, si no estaba soñando…eso significaba que de verdad Lisa estaba frente a él…
- ¿Lisie? - pregunto al mismo tiempo que sentía que sus ojos se llenaban de lágrimas
- Si - respondió ella con debilidad - soy un fantasma, un maldito fantasma - bajo la mirada llorando
- No…no lo eres - la conforto él - eres un hermoso ángel, eres mi ángel mi amor…
Intento acercarse a ella para abrazarla y presionarla contra sus brazos una vez más, pero cuando lo hizo, fue como abrazar al aire, porque ella desapareció en seguida.
Gerard miro hacia los costados de la habitación y se sintió vacío una vez más…
- ¿Lisie? - pregunto llorando, ella no volvió a aparecer.
Sintió el motor del auto en el patio y se acercó al interruptor para encender la luz, sentía el pulso acelerado a mil por hora, y se preguntó que acababa de suceder, porque estaba seguro de que su mente, cansada y extrañando a Lisa, le estaba fallando hasta el punto de haber imaginado tenerla en frente…
- Te encuentras bien, hijo?- pregunto Donna en el desayuno. Gerard traía la mirada perdida y cansada. Sus ojos lucían irritados, como si hubiera pasado la noche llorando.
- No - se limitó a contestar...
Gerard sabía que algo había pasado la noche anterior. Se había convencido que aquello que ocurrió no fue un sueño. Lisa en realidad había aparecido ante él y no entendía como eso era posible, pero sucedió. Su hermosa chica lo visito como el ángel más hermoso que alguna vez hubiera visto. Pero no podía decirle eso a alguien, porque cualquier persona normal creería que era una broma o simplemente que la pérdida del amor de su vida le estaba haciendo ver cosas o imaginárselas donde en realidad no había nada.
Pero Gerard que eso era real, Lisa estaba ahí, ya fuera como un fantasma o un ángel, pero estaba seguro de que su presencia seguía ahí. Y ahora no podía esperar para probárselo a sí mismo. Quería verla una vez más y terminar de convencerse de que ella había vuelto por él.
Gerard observo su desayuno sin apetito, al igual que los otros días. A su alrededor estaba su callada familia. Observo a su madre quien aún lo miraba preocupada, a su padre, quien evitaba el tema bebiendo su café y a sus tres hermanos que simplemente parecía no interesarles el tema.
- ¿Puedo retirarme ya? - pregunto tratando de alejar la comida.
- No, no puedes - contesto Donna, Gerard apretó los puños.
- No tengo hambre
- No es mi problema, no vas a retirarte hasta que acabes tu desayuno. Debes superar el duelo algún día,Gerard.
Él se sintió inevitablemente ofendido. ¿Cómo podían pedirle semejante cosa con tal descaro?
- No voy a superarlo mamá, creo que ya es hora de que empiecen a entender eso.
Sin más decir, se levantó de la mesa desobedeciendo a su madre. Y en lugar de subir a su habitación, se dirigió hacia la salida. Cerró la puerta de un golpe, y apresuro el paso para alejarse lo más posible de su casa. Solo quería estar solo, sentarse a llorar a gusto sin que nadie lo juzgara por hacerlo, ¿Por qué le costaba tanto a su familia entender su sufrimiento?
Era bastante simple para ellos pensar que estaba con depresión, pero era más que eso. Porque ahora que había visto a Lisa, se desesperaba aún más. Estaba absolutamente que no estaba loco, nunca se había tan seguro sobre algo y no pudo evitar repetirse a sí mismo que Lisa continuaba girando a su alrededor.
Gerard camino unas cuadras sin dirección aparente. No sabía adonde estaba yendo. Simplemente quería alejarse de todo. Llegó hasta un parque que quedaba solo a unas cuadras y se sentó bajo la sombra de un árbol. Pero no era cualquiera, reposo bajo el mismo árbol donde él y Lisa solían pasar algunas tardes abrazándose o hablando cosas sin sentido, riendo juntos y tantas cosas que podía reflejar con unas iniciales marcadas en la corteza. Gerard pasó el dedo suavemente sobre las letras “G + L”; y al instante sintió la urgente necesidad de llorar. No le importaba si estaba en público, solo deseaba tener a Lisa cerca una vez más, abrazarla en silencio y dejar que el tiempo transcurriera a su paso a su alrededor, porque no le importaba el resto del mundo cuando estaba con ella.
Recordó la última vez que se había sentado con Lisa en ese lugar. Él estaba en la misma posición que aquella vez, con la espalda apoyada en el árbol y sus piernas estaban estiradas hacia delante. Lo único que le falta era la cabeza de Lisa apoyada en su regazo mirándolo mientras él se inclinaba para darle suaves y tiernos besos en el rostro.
Echo la cabeza hacia atrás, mientras una lágrima recorría su rostro. Deseo revivir ese momento y aprovecharlo al máximo. Porque ahora que ya no la tendría nunca más cada beso que le dio no le pareció lo suficiente. Y ahora se sentía culpable por no demostrarle de la mejor manera cuanto la amaba.
Volvió a casa ya por la tarde y sin hablar con alguien de su familia subió a su habitación y se recostó en la cama. Volteo la mirada hasta su velador y estiró la mano hasta coger un pequeño cuadro de su princesa. Lo atrajo hasta él y lo abrazo con la misma intensidad con la que la hubiera abrazado a ella. Gerard coloco la pequeña foto de vuelta en su lugar y haciéndose un o
villo contuvo las lágrimas hasta dejarse llevar por el sueño.
Volvió a abrir los ojos cuando un estruendoso sonido lo despertó, ya era de noche, su habitación estaba a oscuras y sin encender la luz Gerard se dio cuenta de que el cuadro de su novia estaba ahora destruido en el suelo. Suspiro levemente, tal y como la noche anterior sintió el aire más pesado, pero no sentía miedo, en realidad su corazón se aceleró y deseo verla, miro a los costados de la habitación en penumbras y espero pacientemente esperando que ella se apareciera.
- ¿Lisie? - se atrevió a hablar en voz baja. - se que estas aquí, angelito.
Gerard tomo aire y luego una sombra se divisó frente a él y luego Lisa apareció frente a él. Traía la misma expresión que la noche anterior, había dolor en sus ojos y no le hablaba solo lo miraba con una expresión remota.
- Sabía que no estaba soñando
- No, no es un sueño - respondió en voz baja - soy tu pesadilla - se echó a llorar incontrolablemente, Gerard intento abrazarla pero volvió a abrazar al aire, ella se desvaneció entre sus brazos y volvió a aparecer a unos metros con los ojos llenos de lágrimas. - no intentes tocarme, no puedes hacerlo, no funciona.
- No entiendo nada - confeso el confundido.
- No debes entender mucho, solo estoy aquí por ti
- ¿Qué?
- Gee…siento que no puedo irme, no quiero irme. Siento que no puedo dejarte aquí sufriendo por mí. No lo soporto.
- Ósea que, ¿yo soy la razón para que estés parada aquí ahora?
Ella asintió.
- No puedo evitarlo - le dijo acercándose hasta ella - no puedo y no voy a superarlo.
- Debes hacerlo, esa sería la única manera de que yo pueda irme.
- No quiero que te vayas - le confeso conteniendo las lágrimas - solo quiero estar contigo para siempre, igual que la promesa que te hice al pedirte matrimonio.
- Gee - suspiro ella - no eres él único que sufre, pero yo no puedo estar más tiempo aquí. Solo te pido que salgas adelante.